viernes, 13 de julio de 2012

Amores matutinos, muertes nocturnas y cafés en París

Las mañanas son lo peor. La mente esta desprotegida, una presa fácil tanto para los recuerdos como para la imaginación. Qué fue lo que pasó? Qué debería haber pasado? Qué puede llegar a pasar? Es tu culpa, mi culpa, no hay culpa. La única manera de salir de esa tormenta es saliendo de la cama, arreglarme, tomar un café, leer algo, mirar el Facebook, realizar el sacrificio de un animal, pintar las paredes con la sangre de la gallina y llamar a los espíritus demoniacos para que me vengan a buscar. Las noches también son malas. Una vez más, el cansancio deja la mente vulnerable a la obsesión con "deberías", "serías" y "podrías". Y en ese momento no hay nada más que hacer aparte de comer la gallina de la mañana. Escribir un cuento hermoso, sentirse orgulloso y que te roben la notebook. No estoy seguro de que sentir. Me encantan los momentos en mi vida en que me dan ganas de escribir literatura fantástica. Es tan fácil soñar, necesito aprender a registrar. Quiero mi café en París. Quiero mi amor en París. Quiero morir en París.

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